Falleció a finales de marzo, a sus 92 años, Hermann von Bertrab, después de una vida fecunda y generosa. De Tampico, Tamaulipas, Hermann fue al mismo tiempo intensamente mexicano y arraigadamente alemán. Solía afirmar que la
gran fortaleza del pueblo teutón (pero a veces también su perdición) era ser sensiblemente romántico y profundamente racional a la vez. Es la intersección de estas dos características lo que le ha permitido alcanzar la excelencia, la
producción de grandes obras de arte, en la música como expresión de la perfección, y generación de riqueza que lo distinguen. No es entonces sorpresa que Hermann, vanguardista de Frontera, fuera un racionalista romántico, un
curioso inagotable para el descubrimiento de la verdad y un mentor y maestro peripatético de muchos mexicanos, sobre todo del Tecnológico de Monterrey y de la Universidad Iberoamericana.
Artículo originalmente publicado en El Universal
Foto: El Universal