en los medios

Reconversión y reinvención

por | Jul 8, 2020 | En los Medios

La crisis económica-sanitaria de 2020 es ya la más profunda en muchas décadas, medida en términos de la caída en el ingreso, desempleo, pobreza, endeudamiento e ineficacia del gobierno para anticipar, actuar y recuperar salud y economía.

La mayoría de los mexicanos será otra vez pobre y la deuda superará la mitad del producto interno bruto, a pesar de la política de austeridad cuando se requería apoyar a familias y empresas para que la estrecha liquidez no se convirtiera en insolvencia generalizada, lo que forzará mayor austeridad.

El impacto más duradero del covid-19 no vendrá de la oferta, sino de la falta de consumo e inversión y exportaciones que tardarán en regresar, aun con vacuna, cura o inmunidad colectiva.

No pocos economistas e instituciones financieras internacionales predicen un rápido crecimiento poscovid-19 ya que, argumentan, la pandemia no es tan grave como otras. Sin embargo, las principales economías iban a sufrir, precovid-19, una corrección por excesivo endeudamiento y debilidades estructurales.

Además, la economía mexicana llegó maltrecha a la depresión pandémica por el pobre ritmo de inversión y con un comportamiento recesivo por lo menos desde la segunda mitad del año pasado.

La ausencia de demanda profundizada por la crisis no será fácil de llenar, por lo menos en el corto plazo. Podría pensarse que un amplio programa nacional de infraestructura serviría a este propósito ya que estimularía el empleo y la actividad económica regional.

El problema, no obstante, será el exceso de capacidad instalada con la infraestructura ya existente. Se antoja innecesario, por ejemplo, construir nuevos hoteles, por el momento, en Cancún, Los Cabos y otros centros turísticos; inútil acelerar la terminación de Santa Lucía cuando el AICM operará por debajo de su potencial durante todo el sexenio; más inapropiado aún invertir en un tren turístico sin aforo en la península de Yucatán. El mismo argumento se puede hacer para la adquisición de aviones, contemplar una nueva planta de automóviles, una refinería y otros proyectos de infraestructura. Por supuesto, México necesita muchos de ellos y es indispensable avanzar en su planeación y proyectos ejecutivos, pero no invertir en su ejecución al principio de la recuperación.

La clave reside, más bien, en un mejor uso de la capacidad instalada para reducir el capital ocioso. Debe esperarse una fuerte subutilización del capital existente: hoteles con tasas de ocupación modestas, restaurantes y aviones que operen debajo del factor de ocupación óptimo, fábricas de coches que si produjeran al ciento por ciento resultarían en acumulación de inventarios innecesarios y crecientes.

Por todo ello, la eventual recuperación requiere verse no como país maquilador que espera que la demanda provenga de Estados Unidos o del gobierno, por el contrario, lo que se necesita es reinventarse, adaptarse y buscar la demanda con la importante y competitiva capacidad existente.

Aunque la crisis sea generalizada, sus efectos y la recuperación no son ni serán uniformes. Con un gobierno con pocos recursos y menos voluntad para modificar su programa, el papel más importante deben jugarlo el sector privado, emprendedor y no rentista, y algunos gobiernos estatales, con visión de futuro. La recuperación dependerá de la reconversión y reinvención mucho más que de la reinversión. El sector turismo y el del automóvil y las autopartes son buenos ejemplos.

Para que regrese el turismo será necesario posicionar a los principales destinos como seguros, incluido en el ámbito sanitario, con instalaciones y servicios hospitalarios modernos. Si la tasa de ocupación va a ser baja, se podrían convertir ciertos hoteles en hospitales y en escuelas de medicina y enfermería con el doble fin de ofrecer un servicio ahora necesario e invertir en turismo médico serio y competitivo.

El exceso global de capacidad instalada de la industria mundial del automóvil, que antecedía al covid-19, será patente. El éxito de este importante sector dependerá de que logre desplazar a competidores de otras regiones, de ser pionero en el desarrollo de los coches del futuro (eléctricos), o de diversificar la significativa capacidad a otros productos. En los últimos dos años, China ha perdido 6 % del mercado de Estados Unidos. México ha ganado un porcentaje de esta caída, pero se puede ir mucho más lejos. En lugar de tener miles de fábricas y talento produciendo partes y coches cuya demanda puede tardar, habrá que utilizar las capacidades actuales para encontrar o generar nuevas fuentes de demanda, y no esperar hasta que ellas lleguen.

La pandemia puede resultar en una bienvenida sana distancia entre sector privado y gobierno. El éxito emprendedor depende de producir lo que vende y no de tratar de vender lo que se produce. Éste quizá sea el momento de la emancipación del sector privado si logra reconvertirse y reinventarse, sin descansar en el gobierno para hacerlo.

Artículo originalmente publicado en Nexos.